EL SEÑOR DE LA BOINA NEGRA. IN MEMORIAM
Foto: Gentileza de Camila Villarroel Robles, vecina de Nueva de Matte
Relato de Hugo Délano Cubillos, vecino de Armando Quezada Acharán
Saliendo de mi casa como siempre,
mirando casi inconscientemente a mi alrededor, como lo hacemos todos en el
barrio. Estaban abiertos los negocios,
los perros, los gatos, los loros gritando como es habitual, vehículos surtiendo
de mercadería, la empresa de cables. También pude saludar a nuestro querido
cartero Jorge, la vecina de la bicicleta, otras regando o barriendo, en fin
todo parecía normal.
De repente, caí en cuenta que
pasaban los días y un personaje importante en este paisaje comunitario no
estaba como era habitual, caminado por Nueva de Matte, Acharán y Diana, siempre
acompañado de dos o tres perritos que parecían contentos y protegidos por este
señor de la boina negra.
Buenos días vecino, ¿Cómo estamos
hoy?, ¡Todo bien! Y cada uno seguía su camino… Este acto amistoso, trivial,
casi intrascendente era tan habitual que nunca dimensioné y tal vez, pocos lo
hagan, que bajo esa boina negra había un ser humano, un vecino, un caballero,
que ya no estará presente en nuestras vidas.
Ese rito de tocar el timbre, de
recibir un saludo respetuoso, acompañado del relato de cómo eran esos
maravillosos frutos salados preparados con las mejores técnicas artesanales para
que fuesen disfrutadas con los tuyos, lo extrañaremos, porque cuando toquemos
ese timbre el señor de la boina negra ya no saldrá…
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