SERIE DE RELATOS ALUSIVOS A LA MADRE. MADRE HAY UNA SOLA
Madre hay una sola.
Convencido soy de que el ser más
importante en nuestras vidas, es nuestra madre, la que nos dio la vida, la que
traspasó en la gestación y al momento de nacer a través de su cordón umbilical
todo su amor y cariño maternal, y convencido estoy de que su ausencia en
cualquier momento de nuestras vidas puede generar heridas imborrables, en
nuestro desarrollo como personas, tanto en nuestra forma de ser , nuestra
personalidad y de cómo enfrentar el presente y futuro , todo sin ella.
La partida de mi mamá
El siguiente es un relato de lo
vivido en mi infancia junto a mi hermana Pamela.
Cerca de las siete de la tarde
del 7 de octubre de 1973 mi hermana bajó al primer piso de nuestra casa de aquí
en la Plaza Fidel Muñoz Rodríguez, y, como todos los días, ella le contaba una
película a mi mamá, a quien meses antes mi papá le había armado un dormitorio
en el living. Mi mamá estaba enferma de un cáncer de mamas, descubierto en
1970. A ella le gustaba que una niña de cinco años, su hijita, le contara
historias mientras ella estaba acostada. Otras veces era mi mamá quien nos contaba
las historias.
A veces, no podíamos hablar
porque estaba cansada o porque ya se había dormido. Ese fue uno de esos días.
Estaba recostada de lado, con la cara hacia mi hermana, durmiendo. No quiso
despertar, a pesar de sus alegatos. Quería contarle una historia fantástica de
Los Tres chiflados, pero ella no despertó. No quiso seguir molestándola. Con mi
hermana nos fuimos a comer la carbonada que había preparado nuestra nana, la
Lolito. Afuera había toque de queda, así que mi papá estaba desde temprano en
la casa con nosotros. Todo se veía extraño, mi papá no paraba de hablar por
teléfono en voz baja mientras los niños comíamos. Hablaba, cortaba, volvía a
marcar, hablaba y volvía a cortar. Al ver que el último de nosotros había
terminado la sopa, paró de llamar y se acercó. Y nos dijo: Niños, les voy a
contar algo, pero no lloren, nos dijo muy serio. Nos miramos con cara de
sorpresa; ¿por qué íbamos a llorar?
Con expresiones de extrañeza,
intentábamos convencerlo de que no se detuviera; queríamos saber ese secreto
que estaba guardando. Él pareció entenderlo. Se acercó un poco más, apoyó sus manos
en una silla del comedor de diario y mirándonos a los ojos, nos dijo: La mamá
murió.
Corrimos hasta el living; Nos
arrodillamos al lado de ella y lloramos. Éramos dos niños, Yo con 8 años y mi
hermana de 5. Mi mamá ya no estaba de pijama ni parecía estar durmiendo. Ahora
lucía elegante, con un vestido negro, recostada sobre la cama hecha y con las
manos cruzadas sobre su pecho. La tocamos, sentí su piel helada y noté que
notamos que no respiraba.
Pasaron largos minutos hasta que con
mi hermana nos encontramos de frente, nos abrazamos y le dije; Pamelita, nos
quedamos sin mamá. Cuando volvimos al living, mi papá estaba sentado en un
sillón al lado de la cama y también estaba llorando. Mi nana me explicó que en
la noche bajarían cuatro ángeles que tocarían trompetas y mi mamá subiría al cielo.
Arriba, Dios le pasaría ladrillos para que ella construyera una casa y nos
esperara. Nos dijo que, si queríamos, le diéramos algo para que nos recordara. Mi
hermana le dejó su conejito de trapo y yo, mi Pato Donald. Al día siguiente, mi
mamá no estaba. Los ángeles habían hecho su tarea, pero a medias: ahí, sobre la
cama, estaban el conejo de mi hermana y el pato Donald.
Mi mamá falleció a la edad de 39
años, sabiendo que sus hijos probablemente tendrían una infancia difícil. No se
equivocó. Mi padre al tiempo se casó nuevamente, pretendiendo entregarnos una
sustituta. Nunca eso se iba a dar. El cariño de una madre a sus hijos es
innato, madre natura.
Hoy ya a mis 56 años, y mi
hermana con 53, su ausencia desde tan temprana edad significó un mar de cosas
que hemos debido sortear a lo largo de estos años, tanto en nuestra infancia, o
como simplemente celebrar en el colegio El Dia de La Madre, en esos momentos en
nuestro caso quien concurría al colegio era nuestro papá, nuestra adolescencia
y como también hoy en nuestra madurez. Estoy convencido de que si ella
estuviera viva todo habría sido distinto, pero la vida así se nos dio, nadie la
pudo reemplazar y nadie lo hará, eternamente vive en nuestros corazones, Madre
hay una sola.
Hermoso relato Daniel, gracias.
ResponderEliminarMuchas gracias Edith
EliminarLe abrazo agradeciendo este bello relato que nos conecta con los, sentimientos más profundos de un hijo o hija. Por seguro está orgullosa de uds. Y con la casa lista para cuando llegue el reencuentro
ResponderEliminarFelicito sus logros y lo que ha construido.
Muchas gracias Anita por sus palabras.
EliminarUfffff a veces uno cree que a vívido situaciones difíciles, pero luego de leer tu historia ,( la que se agradece por haber compartido) llena de sentimientos y emociones , escrita por un hombre adulto hecho y derecho, más en tus letras se deja ver que nunca dejarás de ser el niño de Maná. Hermoso relato. Gracias Daniel.
ResponderEliminarSergio muchas gracias por tus palabras. Lo escribí con el ❤.
EliminarQuerido Dani los que te conocemos de siempre sabemos lo difícil que fue tu historia de vida, pero sin duda ella siempre los cuido desde arriba, ya que eres un gran hombre y gran vecino un abrazo 🤗
ResponderEliminarBlanca muchas gracias por tus palabras.
EliminarDaniel querido, tuve la suerte de conocer a tu madre, una morena alta, con melena, pelo negro azabache, distinguida y elegante, una dama, y siempre con sus niños, un abrazo al cielo para ella y un orgullo para ti ser su hijo.
ResponderEliminarMe gustaría saber quien escribe, para agradecerte tus palabras. Tal cual describes a mi madre, así era ella.
EliminarDaniel soy la mamá de paulina y patricio Vaccaro D.
EliminarDany me provoco mucha tristeza tú relato a pesar que yo sabía lo sucedido pero al contarlo tú con cada detalle de lo acontecido llegó profundamente a mi corazón y estoy segura que tú madre está muy orgullosa del gran hombre que eres hoy. Te dejó un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras. Lo agradezco en el corazón
EliminarQuerido Daniel que emocionante y maravillosos relato de el amor tuyo y tu hermana por tu madre. Un gran abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias. Un abrazo
EliminarMuchas gracias. Un abrazo
EliminarHermoso y sentido relato Don Daniel ....la historia de nuestras vidas se escribe en lineas torcidas pero... así se descubre el amor que les hizo sentir a tan temprana edad y que ustedes lo atesoran hasta estos días y la recuerdan …y al recordarla esta viva en sus corazones y ahora en los nuestros t6ambien ,este seguro que esta orgullosa de lo que Ud. es : un esposo ,padre ,trabajador y responsable con su familia y con la comunidad con su servicio desinteresado que nos ha prestado y que nosotras lo hemos comprobado ...Gracias por compartir un recuerdo ( ahh y un estupendo bailarin )
ResponderEliminarTu relato, Daniel, no deja de emocionar. Ahora que no tengo a la mía, lo puedo entender mejor. Gracias
ResponderEliminarGracias por contarnos ,tu experiencia, los que no tenemos aunviva sabemos que madre hay una sola, gracias,
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