ASPECTO URBANO Y COMERCIAL AL AVANZAR EL SIGLO XX

ASPECTO URBANO Y COMERCIAL AL AVANZAR EL SIGLO XX
Al Hipódromo Chile, le sigue en importancia de urbanización y en cronología, la construcción de la singular Población Manuel Montt en la mencionada Chacra El Pino, que había sido propiedad de la familia Alessandri, con viviendas diseñadas por el arquitecto alemán Albert Humpich. Las obras, iniciadas en 1925, abarcan 365 viviendas en 14 manzanas, declaradas Zona Típica en 2011. Corresponden a residencias de dos proyectos fusionados: uno para operadores del Parque Tranviario y otro para choferes de taxis, tomando el nombre de Población Manuel Montt y Tranviarios. El destacado historiador Gabriel Salazar nació allí, en 1936, a escasa distancia de la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario.
Otro gran hito urbano lo aportará la Población Los Castaños, una cuadra al oriente de Vivaceta entre las calles Francia, Maruri y Escanilla, obra trazada por el arquitecto Luciano Kulczewski y ejecutada en 1930, que ostenta también la categoría de Zona Típica desde 1996. Este hermoso conjunto residencial de 84 viviendas, de influencias art nouveu y necolonial, pertenecía a la Caja de Asistencia, Prevención y Bienestar de la Policía.
Lavín, en su libro sobre La Chimba, describe de la siguiente manera la avenida Vivaceta de los años cuarenta:
"Continuando al norte y al poniente de la ciudad se alternan lotes suburbanos dispersados en colonias de chalecitos en serie rodeando el Hipódromo, o en tranquilos vecindarios de modestos propietarios. Las buenas apariencias se pierden a medida que se avanza, por la periférica sección exterior de la Avenida Vivaceta, hacia el río Mapocho y se penetra en la 'zona' enclavada en los arenales y guijarrales de la cuenca fluvial. Tiene su entrada este extenso recinto por la calle Rivera y es un refugio de desamparados similar a aquellos de París, en las trincheras de las antiguas fortificaciones, o de Buenos Aires en los confines de La Boca. La mencionada calle y a doscientos metros al poniente de Vivaceta, se disuelve como por encanto en hórridos y monstruosos arenales, donde viven como trogloditas todos los habitantes reducidos por la miseria a la vida primitiva. A esta colonia de 'rucas' no llega la pavimentación, el alumbrado público, los servicios de gas y agua y tampoco la policía. Es la cavernícola aglomeración propia de toda urbe y que en otras metrópolis permanece diseminada o disimulada. En el caso santiaguino marca la reviviscencia de la incuria impuesta por las autoridades coloniales señalando un ejemplo a la posteridad que será bien difícil disipar".
La última gran propiedad agrícola que existió en la avenida Vivaceta fue la Chacra Las Lilas de la familia Mandiola, hacia la altura de calle Coronel Alvarado, vecina a la de Las Hornillas. Fue productora de frutos secos y vid, con la que proveía de mostos al Club de la Unión, además de conservar la antigua tradición local de las fábricas de ladrillos que, según algunos autores, se usaron en la construcción del Barrio Cívico.
David Ojeda Leveque hace otro preciso retrato de Vivaceta en esos tiempos aun con añejos adoquines y de algunos de sus personajes, hacia inicios de los años sesenta, en un artículo de la recordada revista "En Viaje" ("Ahora Vivaceta agrupa un barrio ágil y laborioso", febrero de 1962):
"En las primeras cuadras de la avenida abundan las peluquerías, los bares, los restaurantes, las boticas, las zapaterías y las cocinerías. Su clientela habitual es de genuina extracción obrera, incrustándose, también, los barbudos papeleros que venden sus viejos y roídos papeles.
- ¿Cómo va el negocio?
- Mal del todo, no. Pero chitas que hay que caminar...
El hombre del saco representa joven. Se advierte una fina palidez a través de su negrísima barba. Tiene barba de intelectual, de esos del año 20 que se dedicaban a estudios filosóficos y sociales de avanzada.
- ¿Por qué no se busca otro trabajo?
- Fui oficinista, caí por una mala mujer... Después vino la bebida, lo de siempre.
En seguida los ojos azules del hombre se desvían de nuestra presencia. Contienen tristeza, tal vez vergüenza, camino del pesar.. Dijo que se llamaba Federico... ¡Pobre Federico!".
Ojeda se refiere también a la por entonces muy activa y próspera industria de hilados Barrios y Viguera Ltda., que estaba en el número 918, lugar en nuestros días inexistente. Cerca de ella estaba la curtiembre Rufino Melero S.A., especializada en preparación de cueros para tapicería, mueblería, gamuzas para calzado y talleres de maletas y portadocumentos. Habiendo tenido por clientes en alguna época a la Empresa de Ferrocarilles del Estado, esta curtiembre daba trabajo, a la sazón, 120 obreros experimentados, más 20 empleados. Otras firmas conocidas de Vivaceta en aquellos años, eran la fábrica de Puertas Terciadas "Placarol" y la bodega de la compañía maderera Klingenberg S.A., en donde ahora está levantado el centro comercial Vivaceta Plaza.
Vecino a aquel centro comercial, entre Carrión y Bezanilla, están los altos y uniformes silos del mencionado molino harinero "La Estampa", que por mucho tiempo fueron los edificios de mayor altura en la avenida después de los chapiteles de la Iglesia del Buen Pastor. Fundada en 1897 según informa la misma firma, su nombre se debía a que el primer molino estuvo ubicado en Independencia, al lado de la Iglesia de la Estampa. La industria fue adquirida poco tiempo después por el comerciante Manuel González Diéguez, quien le dio el gran impulso en el rubro en Las Hornillas. Llegó a influir en la toponimia con su presencia allí en Vivaceta, pues la vía lateral que cae justo enfrente de las instalaciones fue llamada desde entonces como calle del Molino, hoy El Molino.
Aquella manzana enfrente del molino es descrita por Ojeda como destacable por "una serie de pintorescos chalets con pequeños árboles y flores". Agrega que "una alegre impresión produce la abovedada y fresca calle Brigadier Garrido incrustada de casas y casonas de distintos colores", con altas enredaderas y ventanas abiertas. Continuemos en el bosquejo que hace del barrio y de su gente:
"Luego orientamos nuestros pasos por los diversos colectivos de la población Juan Antonio Ríos, el Presidente de la República de recias e inflexibles actitudes tras la defensa del país. Se divisan atestados de dueñas de casa los negocios cercanos, adquiriendo artículos alimenticios, verduras y grutas. No escasean tampoco las bebidas refrescantes ni el tradicional mote con huesillos para combatir la implacable sed de estas calurosas tardes.
- La gente es tranquila, seria y respetuosa -apunta un contador particular-. Nunca he presenciado un espectáculo deleznable.
En el sector N° 1 de la mencionada población observamos una actividad tesonera e incansable de parte de un grupo de trabajadores. Arenas, cemento y lastre son conducidos hacia una gran máquina concretadora.
- Están construyendo otro colectivo.
En la trepidante calle Gamero alguien nos insinúa visitar la escuela de hombres 'Miguel Rafael Prado', donde estudian más de mil niños-
- Existen cursos hasta sexto año -confidencia don Manuel Cifuentes Arias, su actual director-. Imparten la enseñanza quince profesores entre hombres y mujeres. Desarrollamos una constante labor social, proporcionándose a los alumnos desayuno, calzado y ropa.
Dos canchas de fútbol y de básquetbol fortalecen el aspecto físico de los estudiantes. Una nutrida biblioteca complementa esa necesaria actividad. La Sociedad Santo Tomás de Aquino patrocina el funcionamiento de este colegio y de otros diseminados en la capital".
Cabe comentar que la locomoción fue un largo problema para los habitantes del sector más alto de Vivaceta. De no ser quizá por su relativa proximidad con Independencia y de la existencia del Hipódromo Chile, la situación habría sido aún más compleja para los residentes que necesitaban desplazarse a otros destinos de la ciudad. En la época de los tranvías, por ejemplo, sólo circularon hasta ella líneas como la  Nº 28, con destino principal en el centro hípico.
FUENTE: https://urbatorium.blogspot.com/2018/10/cronicas-de-la-avenida-fermin-vivaceta.htm

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