LAS HORNILLAS EN EL SIGLO XIX

LAS HORNILLAS EN EL SIGLO XIX

Dijimos que no habrían grandes modificaciones al aspecto, estilo de vida de Las Hornillas al final de la época colonial y hasta superado el período de organización de la República. Por alguna razón, este sector de la ciudad permaneció bastante parecido a sus orígenes, salvo por la modificación de algunas propiedades y la aparición de una o dos manzanas más en los planos, concentradas principalmente del costado oriente del mismo camino.
Recién hacia mediados del siglo XIX, comenzamos a observar algunas transformaciones significativas, irradiadas principalmente desde la urbanización de la antigua propiedad del Corregidor Zañartu en Independencia y del surgimiento de barrios populares como el Arenal o la Población Ovalle, controvertidas poblaciones que anticiparon ese rasgo obrero que persistiría en la historia de la avenida.
Sady Zañartu, en artículo de la revista "En Viaje" (julio de 1963, "La Cañadilla y el barrio del Arenal"), proporciona una descripción del ambiente de este sector de la ciudad en aquellos años, y de cómo sobrevino el cambio en sus áreas urbanizadas:
"Las calles de la que fuera más tarde la población Ovalle, el año 1861, se formaron casi en parte con la chacra de Zañartu que se extendía hasta el callejón de las Hornillas, como fondo aparecía con un frente hacia el camino real de la Cañadilla con más de seiscientas varas, desde el pedregal del río, y su plantación de viña era costosa desde los tiempos que fuera 'chacra del Pino'. Algunos árboles famosos quedaron para la urbanización posterior, que diera lugar a beateríos, por sus naranjales, o árboles típicos y frutales. Había un pino, en la actual calle Pinto, bajo cuyas frondas se celebraban comidas y fiestas domingueras".
El terreno de El Arenal, colindante con Las Hornillas, recibía su extraño nombre por el acopio natural de bancos de arena, cascajos y piedras en el sector, que se usaban para las construcciones en Santiago y que habían atraído a los pobladores de los caseríos precisamente para la explotación de estos materiales. Muchos de esos trabajadores, sin embargo, vivían en ranchos y chozas miserables, en condiciones realmente deplorables. Su situación casi aislada en el paisaje le daba al campamento un aspecto más temible aún, como de ciudadela dominada por la ley de la tierra de nadie.
Fue así que la Sociedad Ovalle Hermanos se había constituido para iniciar el proyecto de construcción de un vecindario sobre aquellos terrenos areneros, hacia 1847. Pusieron en alquiler pequeños lotes en las 14 manzanas, para un estimado de 13 mil residentes que vivían en penosas condiciones y bajo abusos constantes de los socios, en aquel régimen de arriendo que perduraría hasta los tiempos de la Intendencia de Vicuña Mackenna reaccionando contra esta calamidad social.
Tanta era la actividad allí en los arenales y pedregales del Mapocho, a la sazón, que incluso hubo malestar en la Municipalidad por el debilitamiento del que era objeto la orilla Norte del río frente a las crecidas de aguas, a causa de la extracción de materiales, todo esto antes de la canalización realizada en los años del Gobierno de José Manuel Balmaceda y celebrada con los dos obeliscos que aún existen en el barrio de los mercados.
Para entonces, Las Hornillas era considerado también el deslinde poniente para las estimaciones geográficas o mensuras de la ciudad de Santiago, junto con el Callejón de Lo Chuchunco (actuales calles Ecuador y Pajaritos) y la Alameda de Matucana, como se desprende de una ley de impuestos municipales titulada "Patentes sobre los carruajes que trafican dentro de la ciudad de Santiago", del 20 de septiembre de 1854, transcrita a pie de página por Gonzalo Piwonka en "Las aguas de Santiago de Chile, 1541-1999".
No mucho después, el 3 de diciembre de 1857, un decreto del Gobierno de Manuel Montt prohibía la construcción de más ranchos en distintos sectores de Santiago, incluyendo el Callejón de las Hornillas al poniente, ordenando desarmar los que ya existían en un plazo de tres años. Además, en documentos como el "Plano Topográfico de la ciudad de Santiago de Chile", publicado en 1871 por la casa Erhard de París, se observa la existencia de un desaparecido cementerio en Las Hornillas, en una cuadra del lado oriente hacia la altura de la actual San Luis, aproximadamente.
Prueba del escaso valor que se le daba entonces a este sector del valle en el crecimiento de la ciudad, sin embargo, del lado oriente de Las Hornillas en la ribera del río por las cercanías del Puente Bulnes, fue proyectado ese mismo año de 1871, otro pequeño cementerio de fosas para fallecidos por la epidemia de cólera de aquellos años. Suponemos que puede ser el mismo que quedó instalado, finalmente, en la proximidad de Carrascal con el río Mapocho, reaparecido en nuestra época durante la construcción de obras viales.
A pesar de todo, la construcción del desaparecido Puente Ovalle, que conectaba en esos años a esta población con el sector al costado de donde está ahora la Estación Mapocho, facilitó bastante las cosas a los escasos habitantes de Las Hornillas, pues aún no contaban con el Puente Manuel Rodríguez, posterior a la canalización del río.
Fue poco después, cuando el Intendente Vicuña Mackenna declaró la guerra a la Sociedad Ovalle y hasta hizo quemar algunas de las rancherías inmundas que los hermanos mantenían allí. A pesar de esto, la pobreza y la miseria antes asociada a los tiempos de chozas deprimentes, permanecieron por largo rato más dominando el ex sector de Las Hornillas con otros ranchos y conventillos, incluso después de haber sido convertidos gran parte de los terrenos de la ex Población Ovalle.
A lo anterior se sumaba una oscura prostitución en los vecindarios cercanos, tan insalubre y degradante que habría hecho parecer a los peligrosos callejones de Whitechapel como un barrio rojo de lujo a los ojos del crítico, en algunos períodos. Súmese a eso la propia precariedad de la seguridad en sus barrios, especialmente en las noches: Ricardo Nazer y Gerard0 Martines, en "Historia de la compañía de consumidores de gas de Santiago", aseguran que hacia 1887, había sólo cinco faroles de iluminación en las 11 cuadras de Las Hornillas, desde el borde del Mapocho hasta lo que hoy es la calle Nueva de Matte.
La escasa urbanización del camino hacia el Norte, se mantenía todavía a fines del siglo, ya que en los planos de la ciudad se observan cuadras bien delimitadas sólo hasta la calle Colón o un poco más, siempre por el costado oriente de Las Hornillas, desde donde seguía sólo como un sendero rural hacia Huechuraba. El resto eran aún suburbios y arrabales, aunque el camino mantenía su importancia por conectar hacia el Norte y el Poniente por rutas distintas a las de la antigua de La Cañadilla. Por mucho tiempo, por ejemplo, fue la vía rural para llegar directamente al Camino a Renca, posterior avenida Domingo Santa María.
Cabe observar también que, desde el borde del Mapocho, más o menos por el sector en donde se trazaría después la calle Uno Norte, corría el llamado Canal de la Punta o de Las Hornillas, que doblaba hacia el poniente hacia la altura de las actuales calles San Luis y Nueva Andrés Bello, por los terrenos llamados Santa Juana y El Mirador, hacia Renca. Se mantuvo abierto hasta bien avanzada la siguiente centuria.
No sabemos si eran las mismas instalaciones del actual molino "La Estampa" u otras predecesoras, las que aparecen reportadas en un incendio declarado a las 19:30 horas el 29 de septiembre de 1896, "en los Molinos situados en el camino de las Hornillas, a mucha distancia del límite norte de la ciudad", según anota Ismael Valdés Vergara en "El Cuerpo de Bomberos de Santiago".
Antes de terminado el siglo, el sector en la entrada de Vivaceta y los terrenos que le fueron siendo arrebatados a las orillas del río, era parte de un amplio territorio abierto ubicado al poniente de avenida Independencia, entre la Plaza Matías Ovalle (uno de los hermanos de la Sociedad Ovalle) y la Plaza Borgoño. Por ahí llegaban muchas carretas desde las plantaciones agrícolas al poniente y al Norte del valle, con sus productos para ventas. De hecho, una orden municipal de 1897 exigía que las carretas con sandías y melones se estacionaran en la Plaza Ovalle, frente a la calle Escanilla y adyacente a la Población Ovalle, de camino a los mercados de Mapocho pero sin entrar al barrio, para no perturbar la circulación de carros.
FUENTE: https://urbatorium.blogspot.com/2018/10/cronicas-de-la-avenida-fermin-vivaceta.html

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