PREMIOS AL TALENTO, CONCURSO DE RELATOS BARRIALES 2022


PREMIO AL TALENTO INFANTIL 

TÍTULO: ZAMBULLÉNDOSE EN EL BARRIO

(Anto)

¿Alguna vez pensaron que al tomar una decisión de lo más pequeña e insignificante les llevaría a un gran cambio en sus vidas?  Bueno, pues eso fue exactamente lo que le sucedió a mi abuela.

Una tarde al terminar sus clases del “programa más del adulto mayor”, al que va en Mirador Viejo con sus amigas del barrio, estas le comentaron sobre las diferentes actividades que estaban dando en el polideportivo. Conversando con ellas, una le sugirió que podía inscribirse en alguna de las clases.

A ella la idea no le llamaba demasiado la atención, aunque al escuchar que entre todas las actividades estaba la clase de natación, los recuerdos de su niñez llenaron su mente. Desde muy pequeña la natación le parecía interesante y la idea cada vez fue más atractiva.

Por lo que esa misma semana se inscribió en el polideportivo a los talleres de natación y baile entretenido. Pero el pequeño secreto que ella mantiene es como los pensamientos inundan su cabeza al momento de zambullirse en el agua. El cómo en esos cortos minutos en los que está dentro del agua sus recuerdos de infancia hasta los más mínimos detalles recorren en su mente. Los recuerdos de su casa anterior, de sus hermanos, familia y amigos, lo que de una extraña manera que ella misma desconoce la llena de energía.  

Por lo cual ahora a pesar de estar bastante ocupada se le ve mucho más activa y feliz lo que alegra más la casa y a todos en ella. 


PREMIO AL TALENTO JÓVEN

TÍTULO: DESDE MI VENTANA

(Kamil Vele)

Desde mi ventana, escribo este relato, sobre mi barrio tan amado. Desde mi ventana miro a lo lejano, hasta el Cerro Renca, el cielo azulado. Desde mi ventana, mi cárcel de algunos años, a ti mi barrio, te cuento, mi mente tuvo un engaño. Desde mi ventana, comienza este relato, del cobijo que fue para mí, mi barrio.

7AM me levanto, lucha diaria, no quiero dejarlo. 8AM, salgo, rumbo al paradero de Nueva de Matte con Freirina, que calvario. Recuerdo que me sentaba en el paradero, algo extraño estaba pasando. Miraba hacia Vivaceta, la B23, todavía no se acerca. Miraba hacia Independencia, que miedo, algo me aqueja.

Ya no estaba desde mi ventana, estaba en la calle, cruzando Diana. Quiero volver a mi ventana, donde mi barrio, tranquilo estaba.

Los días y días pasaban, el dolor aumentaba, no sabía que era, sólo sabía que mi hogar era esta, Vivaceta Norte y Sur, una población de Independencia.

Desde mi ventana, hoy miro con extrañeza, como el tiempo corre y el barrio se encarcela, Av. Hipódromo Chile y unas torres largas, que al fondo sobresalen y se asemejan, a las rejas de mi ventana que un día encarcelaron mi vida entera. Desde mi ventana, escribo esto, que, en el fondo, no es solo un cuento, desde mi ventana, lo que expreso, es que, a pesar de la prisión, miren que lindo es todo lo que me encuentro, mirando hacia afuera, más allá de mis penas. Desde mi ventana, hoy cuento esta confidencia, de cómo mi barrio, un día, me salvó de la tristeza. 

 PREMIO AL TALENTO ADULTO MAYOR

TÍTULO: EL CUCO NO EXISTE

(Cometa Escudero)

Pasó hace mucho tiempo y aún está conmigo.

Mi memoria es frágil y traicionera ya poco me acompaña. Son los eventos traumáticos fragmentados que me quedan y quisiera olvidar. Solo la muerte le pondrán fin.

Recuerdo cuando en mi infancia estaba en la calle Diana, jugando con una pelota de trapo a la pichanga, con mis amigos, cuando me llamó mi hermano y me dijo:

-Sergio anda a Vivaceta a buscarme un taxi, mientras yo termino de arreglarme.

En Avenida Vivaceta, después de más de una hora, en que pasaron como 3 autos y algunas micros, al fin vino un taxi le hice señas y paró.

- ¿Qué querí? - me dijo.

Le expliqué que mi hermano se iba a casar y necesitaba un transporte. Me abrió la puerta, me subí, lo guíe por Nueva de Matte, en Diana los chiquillos ya no estaban. Llegué a mi casa y empecé a golpear la puerta. Por más que golpeé no se abrió, me dio miedo de la reacción del taxista.

Decidí arrancarme, corrí por los jardines de mis vecinos hasta llegar a la casa, donde el padre de Gabriel había muerto, su familia apenada la abandonó. Yo y mis amigos no nos atrevíamos a entrar, a pesar de que las puertas no estaban bien cerradas, entré por la puerta del patio, la cerré y me senté en el suelo. Estuve horas con temor al conductor más que a los fantasmas.

Por una abertura que tenía la puerta, que servía para meter la mano y correr la aldaba, miraba de vez en cuando.

Luego, más sereno salí, me fui por el pasaje Constancia, seguí por Freirina, Nueva de Matte y llegué a Diana, al igual que las otras dos calles no se veía ningún vehículo.

Como en mi casa no habían llegado me fui al Teatro Libertad, la boletería y la puerta de vidrio estaban cerradas. Me quedé esperando para ver a alguien y pedirle que me dejara entrar. Una acomodadora paso y le grité:

- Ábrame la puerta.

Sin decirme nada me dejó entrar, me acomodé en una butaca y me dormí. Me despertaron, no quedaban espectadores, salí a las calles vacías, oscuras y frías.

Cuando llegué a mi casa aún no había llegado mi familia.

A salvo ya, sin temor de fantasmas y taxistas, me sentí seguro, me acurruqué a los pies de la puerta y me quedé dormido.

Al otro día amanecí en mi cama. 

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