LA ÉPICA DE PROTEGER NUESTROS BARRIOS
LA ÉPICA DE PROTEGER NUESTROS BARRIOS
Raúl Serrano Flores, Ingeniero Civil industrial, USACH, vecino del barrio.
Vecinas y vecinos de nuestro País moradores de un barrio fundado a principios del siglo XX, han unido sus esfuerzos para defenderlo ante el irrefrenable apetito del desarrollo que fagocita todo a su paso, transformando, homogeneizando, globalizando, borrando el más ínfimo vestigio de aquello que lo precedió, coronado de progreso, bienestar, equidad y justicia social.
La modernidad no consigue escuchar apelaciones,
lamentos, rogativas ni fundamentos. Pero no la confundamos como una actitud
arrogante, poco diligente, indolente. Peter Sloterdijk, el filósofo alemán contemporáneo
más leído actualmente en Europa, alegoriza con la modernidad, en la metáfora de
un vehículo puesto en marcha, desprovisto de frenos, que puede acelerar y
reducir su velocidad, pero siempre y sólo hacia adelante. Sentencia: “Estamos condenados a la aceleración”.
¿Qué hace una ínfima fracción de la
sociedad, clamando por la preservación de lo antiguo, intentando poner freno al
vehículo de la modernidad de cual también son pasajeros? ¿Es justo pretender
gozar de los beneficios de la modernidad, sin el sacrificio del pasado, la
memoria, los recuerdos y la historia de nuestros barrios, como otros lo han padecido?
Reflexionemos entonces: ¿cuáles son
los nobles propósitos que concita la unidad de los habitantes del barrio en
disputa? ¿Será la preservación de la memoria? El intelectual connacional Carlos
Peña en su libro “El tiempo de la memoria”
sugiere preguntas inquisidoras tales como: “¿Por
qué… poner sobre los hombros de las nuevas generaciones el recuerdo de lo que
hicieron sus padres? Nietzsche dice: “Se
puede vivir y vivir felizmente sin recordar, pero es imposible vivir sin
olvidar”. Al parecer la memoria en sí misma, y su preservación, no congregaría
a toda una comunidad. En la memoria se alojan profusos tipos de recuerdos,
buenos y malos, dulces y amargos y como lo revelara el padre del psicoanálisis
el Dr. Sigmund Freud, la memoria incluso crea recuerdos inventados, ficciones
que colaboran en la coherencia narrativa de quienes somos. Talvez entonces la
memoria del barrio no es el monarca que juramos defender de cualquier amenaza.
Entonces, ¿qué es lo que moviliza a sus moradores?
La herencia, el legado, es también un
principio que impulsó y ha inspirado a las civilizaciones gregarias ancestrales
que buscaban en el dominio – o propiedad – de sus esfuerzos, brindarse
bienestar y legarlo a sus descendientes. Preservar el barrio, es decir, sus características
culturales y arquitectónicas, sería un anhelo de las madres y padres fundadores
del barrio. Habría que preguntarles a las nuevas generaciones, si le otorgan el
mismo valor a esta herencia. La modernidad nos vuelve a entregar evidencias
irrefutables que las nuevas generaciones la pilotan hacia su propio destino,
incluso, con cierto desprecio al legado o la herencia. Las nuevas generaciones
buscan trazar su propio destino, experimentar su propia travesía. A diferencia
de una herencia material, el legado inmaterial reclama de sus herederos el esfuerzo
de su conservación. Mientras que una herencia material supone beneficio y
bienestar a sus favorecidos; las posteridades fiduciarias del legado histórico
adquieren un pasivo, demanda de ellos una obligación.
Entonces, sino es la memoria y el
legado lo que explica la convergencia de voluntades vecinales de diferentes
generaciones por preservar su barrio, entonces ¿qué es?
Les propongo escudriñar en los nuevos
paradigmas urbanos y ambientales de vanguardia. Estos convergen en el diseñó de
ciudades y barrios a escala humana en que nuestros destinos recurrentes:
trabajo, estudios y las demás necesidades sociales, se ubiquen a un máximo de
15 minutos caminando o en bicicleta. He aquí un potente propósito. La comunidad
en armas, se revela contra la densificación que precarizará el acceso a todos
los servicios, equipamientos e infraestructura pública. Se ven cercados mientras
escuchan, impotentes, las trompetas y tambores en son de conquista de los
morrocotudos guetos verticales que embuten familias y los apilan. Ahora vemos
que su cruzada es porque su barrio cumple plenamente con las nuevas tendencias
de desarrollo urbano sustentable y sostenible. Inexplicablemente vemos unidos
diferentes generaciones de individuos que la modernidad los ha premunido de la libertad
de depender sólo de sí mismos, pues su barrio acopla sus anhelos de una vida
plena, provenga ésta de un tesoro ancestral o represente el moderno paradigma
de la calidad de vida urbana. Tradición e innovación se funden en este original
y pintoresco barrio.
Por allá, en el año 1933, el eximio
ingeniero y arquitecto austríaco Karl Brunner (1887 - 1960) visita a Chile para
contribuir con destacadas obras urbanísticas. Brunner diseñó por ejemplo el conocido
Barrio Cívico de Santiago – declarado Zona Típica – en la misma época en que
diseñó el barrio en disputa. La Unesco define como primer criterio de
conservación, el preservar la obra maestra del genio creativo humano. Como al barrio
cívico, las obras del genio, en el mismo periodo y lugar, debieran correr la
misma suerte o sitial de distinción.
Sabemos que estos pobladores no se han
unido por un afán filantrópico y desinteresado para proteger la obra maestra de
este brillante visionario. Pero han hallado en el instrumento de la
declaratoria patrimonial, la póstuma alianza con este iluminado y su obra, el
escudo, la fortificación, la inmunidad de triunfo para proteger y preservar lo
que ahora podríamos calificar como una joya urbanística original.
A modo de conclusión, esta curiosa
como extraña y un tanto épica cruzada en 2020 de vecinos, sin absolutamente
ninguna necesidad de unir voluntades, recrean aquellas comunidades del pasado,
en la que todos sus miembros abrazaban convicciones iguales, profesaban la
misma religión y trenzaban sus destinos en un proyecto común. Esta comunidad, contra
toda probabilidad, desafían al expreso de la modernidad. Premunidos de su
fortaleza unitaria, han trazado su defensa impidiendo que los vástagos, cigotos
y semillas de la modernidad, reemplacen la obra material del Genio y la obra
inmaterial de aquellos que la fundaron y que ungen a cuáles soldados de paz, a sus
actuales moradores que protagonizan estoicas batallas de esperanza. Soñemos que
esta cruzada utópica no fenezca a la tragedia y se erija en la hazaña que
inocule a más y más ciudadanos de nuestro Chile con la semilla de fervor en
defensa de la cuidad.
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Alicia y Blanca, ya pueden publicar sus comentarios. Ç
ResponderEliminarTranscribo un comentario que nos llegó por interno: "[17:45, 21/11/2022] Alicia: Bonito, pero un poco romántico, tal vez el no ha experimentado la presencia de los edificios de modelo colectivo en altura y cómo se pierde la calidad de vida de los entornos, porque estos edificios profitan de todas las capacidades instaladas previamente (lógica comercial, espacios públicos, equipamiento) y ellos no aportan nada al espacio público, están enrejados y lo poco disponible de suelo que dejan es para estacionamiento o para una piscina de uso exclusivo... Entonces yo creo que lo que los vecinos intentan proteger es su calidad de vida y limitar los proyectos desregulados, fuera de norma, mal pensados que representan el moderlo liberal...
ResponderEliminarAlicia: En síntesis protegen su patrimonio en el amplio sentido de la palabra...