CUENTOS CON HISTORIAS DEL BARRIO: "LLANTO DE NIÑO"

 

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LLANTO DE NIÑO

(Cometa Escudero, seudónimo del autor, vecino nuestro)

Mi madre muchas veces me llevó a los establos cercanos a tomar leche al pie de la vaca.

Nosotros vivíamos en la calle Diana, en la población Vivaceta Sur. A veces salíamos de mi casa recorríamos Nueva de Matte, luego por Independencia y poco antes de la Plaza Chacabuco atravesábamos la línea de los carros 36 y llegábamos al establo. En otras ocasiones íbamos hacia Vivaceta, cruzamos la avenida y a poco andar por Nueva de Matte entrábamos a otro establo. Recuerdo que un día como a las 6 de la mañana mi madre me dijo: “Sergio vamos al establo”. Yo respirando una ardiente alegría, tomé mi jarro, partimos de Diana, seguimos por las calles Héctor Boccardo, en Acharan transitamos por el lado del cerco donde pastaban unas vacas. En este mismo terreno unos años después, vi aparecer una piscina, pasamos Los Nidos y continuamos por la Avenida Vivaceta, doblamos en Juliet y llegamos al establo. Adentro estaban como 20 vacas comiendo una al lado de la otra, entre medio sentado en un banquito, un hombre ordeñaba una. Mi madre le pasó el jarro, el hombre lo sostuvo con una mano y con la otra ordeñaba. La leche caía, caía y caía, quedó el jarro llenito, rebosante de espuma, mi mamá le reclamó: “Es pura espuma, póngale otro poquito”

-Que se la tome el niño primero y ahí le pongo otro poquito – respondió.

Yo empecé a tomar, ¡qué delicia!, con los labios llenos de espuma, con gula tomaba y tomaba, cuando ya quedaba un poco entregué el jarro, el ordeñador me miró y dijo: “¡Ni se la tomó toa!”

-        Es pa mi mamá pohh – le repliqué.

El hombre le echaba y le echaba, lo dejó colmado.

-        Ya pa que tome tu mamá – señaló.

Mi mamá le pasó una moneda, le dio las gracias.

Sosteniendo mi mano y tomando leche mi mamita, nos fuimos por Vivaceta, anduvimos por el frente de los pasajes Matilde y el Amelia, donde estaba la carbonería.

En la bocacalle de José Bisquert vimos los juegos con un carrusel. En el solar, donde tiempo después surgió el Teatro Libertad, en la otra esquina estaba la quinta de recreo “El barril encantado”. Seguimos caminando, pasamos la lavandería, la librería “Coll”, la carnicería y entramos a la panadería “La Paloma”, mi madre compró pan y me dio un pedazo calentito.

A principios del año 2021 vi en este lugar unas grúas y se asomaban unos muros de una construcción.

Por Vivaceta no tenía ningún letrero que indicara qué se iba a construir, pero por la calle José Bisquert había un cartel que anunciaba la edificación de 26 pisos. Llegué a mi casa, me fui a mi terraza, me imaginé viendo la mole de 26 pisos, me pregunté: “¿quién dio permiso para semejante aberración?”, “¿leí 26 pisos?”. Tomé mi bicicleta, con el ánimo en las profundidades del infierno, partí a leer el angustiante letrero puesto estratégicamente para que los vecinos reaccionen tardíamente, leí y re leí.

A las 3 de la mañana aún no podía dormir, “¿me dejaría desde mi casa ver el Cerro Renca?” “En las frías tardes de invierno, ¿alumbraría el sol mi hogar?”. Recordaba cuando mi amada madre me llevaba después del establo a comprar pan, lugar sagrado para mí. Ahora me veo de noche en oscuro patio circundado de terribles fantasmas y afuera un abismo esperando.

Con dolor en el pecho y la garganta lloro: "CON LLANTO DE NIÑO"

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