¿QUÉ CELEBRAMOS HOY? El We Tripantu: el regreso del sol y la renovación de la vida

 We Tripantu: el regreso del sol y la renovación de la vida*


Desde tiempos ancestrales, los pueblos originarios del Cono Sur han celebrado el solsticio de invierno, conocido en mapuzungun como We Tripantu. Esta fecha marca un momento especial: el regreso paulatino del sol desde el hemisferio norte hacia el sur. Mientras la ciencia lo denomina “solsticio de invierno”, el pueblo mapuche lo reconoce también como Wiñol Tripan Antü, “el regreso del sol”, momento en que la luz comienza tímidamente a alargar los días, y las sombras se extienden cada jornada "una pata de gallo", como decían los antiguos mapuche a partir de la noche del 21 de junio.

Con este cambio, la Tierra inicia un proceso de limpieza, ayudada por las lluvias que envía Ngenechén a través del ngen-ko, el espíritu del agua. La humedad y el incipiente calor del sol despiertan un nuevo ciclo de preparación de la tierra, donde la naturaleza se purifica y se dispone para renacer.

Esta celebración es universal, porque el Sol —fuente de energía vital— entrega su fuerza a todos los seres vivos, no sólo a los humanos. En la cosmovisión mapuche, el Sol representa una energía masculina complementaria a la Tierra, concebida como femenina. Por ello, el We Tripantu, la “nueva salida del sol” o Año Nuevo mapuche, es una fiesta de la luz y la gratitud por la vida que se renueva. Se dialoga con el sol, se le da la bienvenida con alegría, y junto con él, todo lo viviente vuelve a florecer.

Para conectar con la tierra y llamar a las lluvias necesarias, es tradicional caminar descalzo, estableciendo contacto directo con el suelo. Las comunidades esperan el amanecer de este nuevo ciclo alimentándose de semillas, huevos y derivados de granos nutritivos. La festividad consiste en una participación activa y comunitaria en el renacer de la vida, donde el che (persona) se reconoce como parte integral de la naturaleza, celebrando en familia y junto a sus invitados.

Con anticipación, se preparan diversos alimentos para compartir en el misawün o convivencia ceremonial. Algunas familias realizan un konchotun, visitándose entre sí para celebrar juntas. También es común realizar ceremonias familiares, como dar nombre a un niño o niña, lo que constituye un motivo especial de alegría y celebración.

Durante la madrugada, o epewün, se invita a todos a purificarse bañándose en ríos, vertientes, lagunas o el mar, para recibir las primeras aguas del nuevo ciclo, limpiando el cuerpo y el espíritu. Se retorna a la ruka antes de la salida del sol para dar inicio a la ceremonia de limpieza y agradecimiento, danzando en círculo según el movimiento solar, al ritmo de instrumentos tradicionales.

En este contexto, se realiza el llellipun, una ceremonia de conexión espiritual con la naturaleza, los antepasados y el universo, para cerrar un ciclo de vida y recibir el siguiente con gratitud y fuerza. Esta ceremonia tiene lugar justo antes del amanecer en el Puelmapu (territorio del este). Es también un momento sagrado de comunicación entre el cielo y la tierra, mediado por el kultrun, tambor ceremonial cuyo ritmo refleja los latidos del corazón. En esta fecha, se alternan dos tonos: uno constante y pausado, y otro más acelerado, marcando la intensidad del renacer.


La jornada culmina con una comida comunitaria que simboliza fecundidad y renovación. Los huevos, emblema de la vida nueva, son fundamentales, acompañados del tradicional yiwiñ kofke, pan frito en grasa, conocido también como sopaipilla.

En la actualidad, el We Tripantu adquiere un nuevo y profundo sentido: el de la reparación ecológica y espiritual. Celebrar este rito en medio de un planeta herido se transforma en un acto de gratitud y de conciencia. A través del canto, la danza y la oración, se renueva el compromiso con los elementos sagrados de la naturaleza. Porque sin ellos —el agua, el sol, el aire, la tierra— la vida se vuelve frágil, enferma, hasta extinguirse. Esta es la realidad que hoy afecta a muchas regiones del mundo.

Para el pueblo mapuche, el planeta no es un recurso, sino un ser vivo, una Mapu Ñuke, una madre Tierra que nos da sustento, sentido y pertenencia. Por eso, celebrar el Wiñol Tripantu es también un llamado a cuidar y sanar lo que está dañado, a reconectarnos con lo sagrado y a fortalecer el lazo con lo esencial: la vida misma.

* Basado en:  https://www.sustentapucon.cl/sentido-del-we-tripantu-o-solsticio-de-invierno-en-la-antigua-araucania/ 


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