A 15 años del 27F: ¿Aprendimos algo?

Han pasado quince años desde el devastador terremoto y tsunami que sacudieron a Chile la madrugada del 27 de febrero de 2010. Con una magnitud de 8.8 en la escala de Richter, este desastre dejó un saldo de más de 500 muertos, miles de damnificados y graves daños en la infraestructura del país. La tragedia reveló profundas fallas en la gestión del riesgo y la respuesta ante emergencias. Hoy, a quince años de aquel fatídico evento, es válido preguntarse: ¿Hemos aprendido realmente de esta catástrofe? ¿Estamos preparados para el próximo gran sismo?

Lecciones no aprendidas

Tras el 27F, la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile realizó un análisis de las principales deficiencias en la respuesta estatal y social al desastre. Entre los hallazgos más alarmantes se encontraban la falta de coordinación entre organismos de emergencia, la desinformación oficial, la deficiente planificación territorial y la ausencia de protocolos claros para enfrentar crisis de gran magnitud.

Si bien se han implementado mejoras en algunas áreas, muchos de estos problemas siguen vigentes. La educación en gestión de riesgos sigue siendo secundaria en el sistema escolar, los simulacros de evacuación no son frecuentes y la infraestructura crítica, como hospitales y redes de transporte, continúa presentando vulnerabilidades. La burocracia sigue retrasando la implementación de medidas de prevención, lo que nos expone a los mismos errores del pasado.

Chile: un país sísmico sin cultura de prevención

Chile es conocido mundialmente por su capacidad para resistir terremotos debido a su avanzada ingeniería antisísmica y sus estrictas normas de construcción. Sin embargo, la resiliencia estructural no es suficiente. Para enfrentar desastres de manera efectiva, es fundamental desarrollar una cultura de prevención que abarque todos los niveles de la sociedad.

En países como Japón, la educación sobre terremotos es parte del currículo escolar desde la infancia. Se realizan simulacros constantes y se fomenta una preparación activa en la población. En Chile, si bien se han mejorado ciertos protocolos de emergencia, la prevención sigue siendo vista como un aspecto secundario. La falta de educación en gestión de desastres, sumada a la falta de fiscalización en la construcción de viviendas y al crecimiento urbano desordenado, aumenta nuestra vulnerabilidad ante un nuevo evento de gran magnitud.

El llamado urgente a la acción

El aniversario del 27F no debería ser solo un acto simbólico para recordar la tragedia. Debe ser un llamado a la acción, una oportunidad para revisar lo que se ha hecho bien y, sobre todo, lo que falta por mejorar.

Es imprescindible que las autoridades refuercen las políticas de prevención, asegurando la implementación efectiva de planes de emergencia y la inversión en infraestructura resiliente. Se debe incluir la educación en desastres naturales en el sistema escolar y fomentar una cultura de autoprotección en la ciudadanía. Además, es fundamental que la gestión de crisis no dependa de la improvisación, sino de protocolos claros y bien definidos.

El próximo gran terremoto en Chile no es una posibilidad remota, sino una certeza. La pregunta es si estaremos preparados para enfrentarlo de manera efectiva. La historia nos ha dado lecciones dolorosas; ignorarlas sería un error imperdonable.

Aprovechamos esta tribuna para saludar a nuestro gran amigo, héroe de la protección civil, el Dr. Alberto Maturana Palacios, que ha pasado al olvido, habiendo sido uno de los grandes aportes a nuestro país, desde la ex ONEMI, actual SENAPRED.